Tengo que acabar el informe,
Tengo que ir a la compra,
Tengo que hacer la comida,
Tengo, tengo tengo…
Llenamos nuestra vida de “tengo” hasta que nos hastiamos. ¿Por qué? Porque el “tengo” proviene de nuestra mente, de nuestra razón. Es una orden que nos damos. Lo cual implica una obligación. Un esfuerzo.
Cuando usamos “el tengo”, nos cansamos, nos desactivamos. Llega el momento en que sentimos que la tarea tiene el poder sobre nosotros y no nosotros sobre la tarea.
En cambio, si partiéramos desde “el querer” sería diferente. Porque el “querer” proviene del corazón. Así que hacer las cosas nos sale de una forma más espontánea, las hacemos de manera voluntaria. El hacerlas nos llena de energía. Somos nosotros quienes tenemos el poder y no la tarea sobre nosotros.
Pero, ¿Cómo cambiamos el hábito del tengo que… al “quiero que?
Sigue las siguientes instrucciones.
- Empieza haciendo una lista de las actividades que tienes para hoy. Incluye las las cosas grandes y las cosas pequeñas. Por ejemplo, ir al supermercado e ir al banco a hablar sobre las condiciones del préstamo.
- Al lado escarbe lo que que sientes por ellas. ¿Quieres o tienes que hacerlas?
- Para aquellas en las que hayas escrito “tengo que” haste la pregunta “para qué las hago”. Por ejemplo, si el ir al supermercado en un “tengo que”, al preguntarte el para qué puedes encontrar que lo haces para tener una buena alimentación, para llevar una vida más sana. Al encontrar la motivación verdadera es muy probable que cambies de “tengo qué” a “quiero que”, quiero vivir más sanamente.
- Repite este ejercicio todos los días con tu lista de tareas. Verás que los “quiero aparecerán de forma más frecuente, reemplazando los “tengo que”.
Este ejercicio de ayudara a vivir la vida más ligeramente, más alegre. Harás las cosas con más ganas.
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